El Divino Fluir (Unidos a la Fuente).
El Flujo Inagotable: Reconociendo nuestra Unicidad con la Fuente.
Por. Milton Alonso Granados.
La sensación de ser drenados por quienes aparentemente vibran en una frecuencia más baja no es un reflejo de su energía, sino una desconexión interna con el flujo inagotable de la fuente. Este agotamiento no surge de "los demás", sino de nuestra resistencia a aceptar nuestra unicidad con lo divino. Al culparlos, perpetuamos la narrativa del ego, que nos mantiene atrapados en la ilusión de separación.
La Ilusión de la Separación
El ego encuentra su fortaleza en la dualidad, creando una narrativa de "ellos y yo", una dicotomía que nos lleva a buscar culpables externos para justificar nuestras emociones internas. Sin embargo, en la unidad del Uno, reconocemos que no hay separación real. Somos como gotas de agua en el océano divino: únicas en apariencia, pero inseparables en esencia. En esta unidad, el juicio y la culpa pierden sentido, y el ciclo de dar y recibir se transforma en un flujo continuo de abundancia.
Ejemplo práctico:
Imagina que alguien cercano actúa de forma que consideras "tóxica". En lugar de reaccionar con juicio, respira profundamente y pregúntate:
¿Qué parte de mí resuena con esta situación?
¿Qué lección o invitación espiritual me ofrece este momento?
En lugar de resistir o huir, permítete observar la interacción desde una perspectiva de unidad, entendiendo que ambos son expresiones de la misma fuente.
La Responsabilidad de Nuestra Vibración
Permanecer conectados con la fuente requiere más que evitar las "energías negativas"; implica reconocer que nuestra vibración personal es nuestra responsabilidad. Esto no significa negar las emociones difíciles, sino enfrentarlas con amor y apertura. Cada emoción es una puerta que puede llevarnos de regreso al flujo divino si la atravesamos con consciencia.
El amor incondicional no solo nos recarga, sino que desborda hacia los demás, transformando nuestras relaciones en canales de sanación mutua. En este espacio, no hay necesidad de resistir o excluir; cada interacción, incluso las más desafiantes, se convierte en una oportunidad para profundizar en nuestra práctica espiritual.
El Ego y la Narrativa de Carencia
El ego nos mantiene atrapados en una mentalidad de víctima, ofreciendo la ilusión de carencia. Nos dice que no tenemos suficiente amor, energía o tiempo, y que debemos protegernos de los "otros". Sin embargo, al trascender esta perspectiva, descubrimos que la verdadera fortaleza reside en la rendición al flujo divino. Esta rendición no es debilidad, sino un acto de confianza profunda en la plenitud de la vida.
Ejemplo inspirador:
Considera la imagen de un río que fluye constantemente. No se detiene ante las piedras ni evita los obstáculos; simplemente fluye alrededor de ellos, integrándolos en su viaje. De la misma forma, podemos aprender a fluir con los desafíos de la vida, reconociendo que cada piedra en nuestro camino nos ayuda a redirigir nuestra energía hacia mayores profundidades.
Los “Otros” como Reflejo y Maestros
Aquellos que percibimos como de “frecuencias más bajas” no son enemigos, sino maestros que nos ayudan a ver nuestras propias sombras y resistencias. Cada encuentro es una invitación para profundizar nuestra conexión con el Uno, recordándonos que el amor incondicional no tiene excepciones.
Cuando dejamos de ver al otro como una amenaza, comenzamos a reconocerlo como un reflejo de nuestra propia conciencia. En este reconocimiento, el juicio se disuelve y el amor se convierte en la única respuesta.
Ejercicio de Integración: Cultivando el Flujo Inagotable
1. Visualización de la Unidad: Siéntate en un lugar tranquilo y cierra los ojos. Imagina un flujo de luz que baja desde el cielo, entra por tu coronilla y llena todo tu cuerpo. Observa cómo esta luz se expande hacia todas las personas y situaciones en tu vida, conectándolas en un círculo infinito de energía.
2. Práctica de Gratitud Consciente: Al final del día, reflexiona sobre una interacción que consideraste desafiante. En lugar de enfocarte en lo negativo, escribe tres cosas que esa experiencia te enseñó sobre ti mismo o sobre el amor incondicional.
3. Mantra de Unidad: Repite en silencio durante el día: “Yo soy uno con la fuente inagotable. Todo lo que doy y recibo fluye desde el amor.”
La Práctica Espiritual en el Día a Día
La verdadera práctica espiritual no está en huir ni en aislarse, sino en abrazar cada momento como una oportunidad para profundizar en el amor. Al permanecer abiertos y receptivos al flujo divino, comprendemos que no hay desafíos ni desequilibrios; solo lecciones que nos invitan a recordar nuestra unicidad con Dios.
El flujo inagotable está siempre presente. No se detiene ni disminuye, solo espera a que abramos las puertas de nuestra percepción. Al rendirnos al amor, descubrimos que nunca estuvimos desconectados, solo necesitábamos recordar. En este espacio, somos tanto el río como el océano, siempre en movimiento, siempre en unidad.
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