El misterio de la Creación. (Elohim, Jehová y el Cristo. 767)
767 Elohim, Jehová y el Cristo. (El misterio de la Creación)
- Primer etapa o transformación de la creación.
Dios es el Padre de los espíritus de quien toda la familia en los cielos y en la tierra toma nombre. En la Eternidad Divina o principio de todas las cosas, Dios creó las cortes celestiales o angelicales a quienes llamó sus hijos. Toda su creación siendo perfecta respondía a cada una de sus órdenes de manera absoluta; la armonía y paz reinaban dentro de toda su creación.
Esta creación maravillosa expresaba todo el orden y la santidad de un Dios justo. Los hijos de Dios teniéndolo todo reinaban en completo disfrute de la vida y la eternidad. Es muy importante entender que toda la creación antigua o primaria no tenía la capacidad para definir o explicar lo que era eternidad, paz o armonía. ¿Cómo saberlo cuando no sabían lo que era morir o vivir?
- El Principio del fin.
Hasta este entonces solo existía un ser que tenía la sabiduría para entender o diferenciar entre el bien y el mal. “La creación de la materia según la conocemos” estaba a punto de comenzar. La base que desataría la expansión cósmica del universo divino estaba a punto de estallar; para lograr esto se necesitaba un polo opuesto que generara o produjera un balance o equilibrio entre lo que en adelante se conocería como la muerte y la vida, el día y la noche, el bien y el mal.
A este poder creado o separado de sí mismo Dios le llama muy apropiadamente y conforme a su propósito “Querubín Protector, Lucero hijo de la mañana, lleno de sabiduría, acabado de hermosura y Sello de la Perfección.”
No por casualidad una gran fiesta fue preparada -en el Edén divino- en celebración para el día de su creación. Este maravilloso ser acabado en hermosura había sido provisto de un esplendor o traje sin igual por lo que rápidamente atraería la atención de todas las cortes celestiales.
Después de haberse conducido como fiel servidor de Dios Luzbel o Luz Bella comenzó a manifestar el propósito para el cual había sido creado. Luzbel no pudiendo resistir su deseo de ser igual a Dios finalmente permite que el árbol del conocimiento o de la ciencia del bien y del mal brote en su interior.
Tomando ventaja de su hermosura y posición, rápidamente y como un virus esparció el deseo de ser igual a Dios dentro de toda la creación. Todas las cortes celestiales habían sido sometidas a una influencia o poder hasta entonces para ellos desconocido.
Multitud de contrataciones se llevan a cabo y como consecuencia inicial la tercera parte de las estrellas es arrojada por tierra. En adelante, al Sello de la perfección se le conocerá como dragón, serpiente antigua, aquél que trajo muerte o separación, el gran opositor o engañador.
- El Primer Edén. (La visión de Elohim).
El primer huerto presentado por Elohim es equivalente al mundo perfecto antes de la caída, en este evangelio eterno o visión profética Dios ha creado o concedido “su misma imagen y semejanza a toda la creación.”
En esta eternidad el hombre habiendo alcanzado la sabiduría divina puede ser libre, por lo que sin restricciones o mandatos de por medio se le permite en libertad “comer de todo árbol.” En esta visión de cumplimiento eterno, Dios llama al hombre y a la mujer “Adán” siendo que los dos han sido creados en completa igualdad sin que uno sea superior al otro. Aquí, el hombre no debe de trabajar, solamente ser administrador de toda la creación y todas las riquezas contenidas en ella.
Este es un mundo que complace el corazón de Dios por lo que lo declara siete veces bueno o “bueno en gran manera” y le da su eterna bendición.
- El Segundo Edén. Jehová Elohim, el Yo Soy o Dios Formador.
En el segundo Edén el hombre “que había sido creado” es plantado o materializado junto con el Edén de Dios. Es aquí en donde “la revelación eterna o manifestación del propósito divino y su mundo perfecto comienza a tomar lugar,” para esto es necesario plantar o hacer brotar de su poder dos árboles muy especiales, uno que daría al hombre el conocimiento o capacidad para diferenciar entre el bien y el mal; y el otro sería una segunda gracia o sello con el cuál se había protegido desde antes de los tiempos a toda la creación.
Para completar su propósito el Dios Alfarero o Formador debió introducir el mandamiento y señalarle al hombre “cual árbol no tocar.” Además de esto, una criatura muy astuta debería de ser el instrumento capaz de razonar y persuadir al hombre para que este iniciara el camino hacia su destino final.
En adelante el Dios Formador sería el encargado de moldear al hombre y hacerle entender a través de su ley el significado del bien y del mal.
- El último Sacrificio de muerte y resurrección.
En la escritura hebrea se nos muestra claramente que Jehová enseña que los ojos deben de estar puestos en el reconocimiento de un solo y único Dios. Este Dios o Padre-Hijo sería la última manifestación en que Jehová el Dios Alfarero o Dios hombre habría de mostrarse así mismo en carne sembrando su vida como hombre, y siendo resucitado por el poder de sí mismo ahora como Elohim el Cristo o Verbo creativo de Dios.
- JesuCristo, Gracia y verdad.
En este reino ya no es necesario de sacrificios u ofrendas de sangre puesto que el último y eterno sacrificio ya fue ofrecido. Es en este punto que la palabra divina nos enseña que en la separación o materialización hemos estado durmiendo por lo que se nos llama a cerrar nuestros ojos naturales y despertar a la verdad. Todo lo que vivimos hasta entonces solo fue una actualización en la que hemos alcanzado la meta final.
Es aquí en donde la visión de Elohim y su mundo perfecto se impone en una nueva y eterna realidad. La debilidad, el dolor y la necesidad solo fueron un mal necesario para que hoy podamos entender lo que es morir y vivir, estar vacíos o estar completos en Él.
Ahora entendemos que el propósito eterno fue heredarnos toda su creación bajo la imagen o figura de su hijo. En resumen, siendo parte de un todo que se renueva como nueva creación en Cristo, nuestras vidas se encuentran unidas, guardadas o escondidas en Él, tenemos sus marcas, su olor, su justicia, su fe, su sabiduría, su primogenitura, su reinado, nuestro yo ha desaparecido y ahora somos uno con Él (Gálatas 2:20; 1 Corintios 6:17)
1 Corintios 15. 28Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.
Efesios 1.17Jesucristo…23la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
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