(Posición Vs. Comunión) La Gracia Divina. N.4
Principios Básicos
Bíblicos de la Gracia Divina.
Por Milton A
Granados
Ministerio
del Evangelio Eterno del Fin de los Siglos.
- RELACIÓN O POSICIÓN VS. COMUNIÓN.
- Colosenses 2. 13Y a vosotros, estando muertos en pecados…os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.
No puede haber creyente victorioso
y en permanente éxito, si se desconoce la diferencia posicional que existe
entre nuestra RELACIÓN O POSICIÓN EN CRSITO Y
NUESTRA COMUNIÓN.
En nuestra comunión nos esforzamos por presentar cada día
el fruto agradable de nuestra santificación personal (Romanos 6:22). Aunque
ciertamente y al fin de cuentas, esta descansa en Dios quien produce: “el
querer como el hacer por su buena voluntad” (Filipenses 2:12,13; Hebreos
13:20,21). Por supuesto que
es nuestra obediencia y disposición las que en último término habrán de
establecer si llevamos una vida sumida en esclavitud o en plena libertad
(Romanos 6:17).
Oseas 4. 6Mi pueblo fue
destruido, porque le faltó conocimiento.
Romanos 12. 2No os conforméis a este siglo, sino transformaos por
medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál
sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Solo hasta que
el creyente renueve su entendimiento en una forma total será capaz: No solo de
comprobar la buena, agradable y perfecta voluntad divina; sino que también
comprenderá que en su RELACION con Dios -y por cuanto hemos sido perdonados- el
pecado ha sido una vez y para siempre quitado de en medio (Hebreos 9:26; I Juan
3:9,6; I Corintios 15:34). Él no perdonó unos
pecados SÍ y otros NÓ ¡Él perdonó TODOS los pecados!
(Colosenses 2:13).
Solo hasta que
nuestra conciencia ha sido limpia de pecado (Hebreos 10:2; 9:14), es cuando
verdaderamente somos hijos agradecidos. Razón por la que en completa libertad
(San Juan 8:32) y amor; llegamos a ser capaces de mantener una COMUNIÓN
inseparable “en espíritu y verdad”; la cual a su vez nos hace caminar en
rectitud todos los días delante de ÉL. San Juan 4:24; Isaías 35:8.
No podemos perder de vista que; si bien es
cierto en nuestra relación hemos sido declarados “justos y perfectos para
siempre” (Hebreos 10:1,14), nuestra comunión –de ser descuidada- sí podría verse fuertemente
afectada a falta de consagración; trayéndonos esto consecuencias que podrían ser: No solo
trágicas; sino también fatales. Hebreos 12:5-11,16,17; I Timoteo
1:20; I Corintios 5:5; Romanos 11:17-20.
En mi comunión –y visto desde un
plano humano y por vista- prosigo en pos de una perfección que, aunque
progresiva; solo podrá ser alcanzada a plenitud, hasta el día de su venida. (I
Juan 2:1; Efesios 4:26; Filipenses 1:6)
En mi relación, y visto desde
un plano espiritual, eterno y por fe hemos sido, -y nótese una vez más que
hemos sido no meramente declarados; sino hecho perfectos para siempre (Hebreos
10:14). En esa perfección, hemos sido declarados muertos al pecado; por lo que *ya no podemos pecar (Romanos
6:6,7,10,11; Colosenses 2:11; I Juan 3:6,9; San Juan 1:29; I Corintios 15:34; Colosenses 1:21; Hebreos 10:1,14, 26-31).
*¿O,
Sí? è I Corintios 15. 34Velad debidamente, y
no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para vergüenza vuestra lo digo. èHebreos 6:4-6; Romanos
14:4.
OTORGAMIENTO
DE LA GRACIA DIVINA.
Cuando se habla de
“la gracia”, claro estoy que la sola mención del tema es motivo suficiente para
causar molestia en algunos que por haber sido formados bajo una combinación doctrinal
de ley y obras; no pueden ni tan solo imaginar una salvación sin antes pensar
en haber primero “pagado el precio”.
Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios, siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quién Dios puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre.
Romanos 3:23-25.
Para poder comprender esto con
una mayor amplitud; notemos una vez más, el significado de la palabra GRACIA.
Gracia
es el libre otorgamiento de bondad a uno que: Ni tiene derecho a esa libertad;
ni compensación adecuada que ofrecer por ella.
De modo que la
gracia -y mayormente la que ha sido vertida desde el cielo- no depende del que
la recibe, sino del que la otorga. Para ilustrar
esta afirmación nos valdremos de una anécdota que creo nos puede ser útil en la
comprensión de tan importante verdad.
Cuenta la historia
que: Un mendigo llamado Bianco, pidió limosna a Alejandro Magno. El rey Alejandro en vez de darle la limosna;
le dio a elegir una ciudad de entre las conquistadas, por consiguiente, este
sería nombrado gobernador de la ciudad que seleccionara. El mendigo que no salía del asombro no podía creer que
aquello fuera posible. Por lo que Alejandro, percatándose de su incredulidad,
le expresó: ¡No pienses en ti, que solo eres el mendigo Bianco! Piensa
en mí, piensa que es Alejandro el que la da. Y la dádiva tiene que ser digna de mí; no de ti.
La gracia es
sencilla, es simple. Es también profunda. ¡Y su costo no tiene precio! Hebreos 10. 29¿Cuánto
mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare
al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la
cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?
Cuando a Jesús
le preguntaron ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?, Él
respondió: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado”
San Juan 6:28,29.
Los hombres le hablaron de HACER, pero Jesús les habló de CREER.
La actitud de
uno que uno que ha recibido la luz de su gracia, es la que podemos leer en
Romanos 6:1. ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en
el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado,
¿cómo viviremos aún en él?
¿Podrá acaso vivir en pecado
aquel que por habérsele dado la Justicia Divina ha sido hecho tan justo como Él?
¿O será que por no conocer a Dios y su justicia seguiremos cometiendo pecado?
2 Corintios 5. 21Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo
pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en
él.
Es importante que el creyente
entienda que si conoce su posición en Cristo habrá también una excelente e ininterrumpida
comunión diaria con el Cielo. Pero si desconocemos nuestra posición eterna a través
de la cruz, no habrá esfuerzo o sacrificio que pueda darnos la estabilidad
permanente y la salvación que solo la justicia divina nos puede dar.
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